"El bosque estaba extrañamente tranquilo esa noche. Ni siquiera los grillos se atrevían a cantar. El sombrerero y el conejo no estaban de fiesta y yo, simplemente estaba ahí. En ningún lugar y en todos lados. Observándolos a todos mientras dormían al mismo tiempo por primera vez. Dicen que cuando eso pasa, los sueños se entrelazan y pasan cosas increíbles. Pero yo no duermo, no se de los sueños. Pienso que son una perdida de tiempo. Siempre estoy sonriendo desde el oscuro cielo, iluminando un poco los paisajes con mis blancos dientes. Esa vez, todo empezó con la puerta. La vi a lo lejos abrirse y junto con la luz que se coló por un lado, un mar de lagrimas. Claro que tenía que ser ella, y no tenía idea en lo que se había metido. Pobre niña. A veces lo recuerdo y me apiado de ella un poco. Esa extraña hija de Adán e hija de Eva, Alicia. La pequeña de cabellos dorados y sonrisa curiosa. Despertó a todos, causo un caos y se robo mi tranquilidad. Maldita niña, me comprobó que si era verdad aquella leyenda sobre los sueños. Y ella había escogido el peor momento para dormir y el peor lugar para soñar."